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¿Aparcamos a los niños? – Parte II

 

Convivir y educar no es siempre fácil. Estrategias para hacerlo sin perder la cabeza

aparcamos niños

Retomamos aquí el post de la semana pasada, en el que os ofrecemos algunas claves más para convivir mejor con nuestros hijos. Sabemos que ser padre es, muchas veces, complicado y pesado. ¿Qué podemos hacer para facilitarnos la tarea y conseguir niños autónomos y responsables?

Si quieres poder llevar a tu hijo a todas partes, llévalo a todas partes

Cuanto más expongamos a los niños a situaciones diferentes, más oportunidades tendrán de aprender. Eso sí, nosotros debemos ser su guía y su apoyo.

Si ofrecemos información sobre cómo será la situación y cómo queremos que se porten, además de un premio final, le estaremos dando al niño las claves para que todo vaya bien. Ponemos un ejemplo:

aparcamos niños

Vamos a ir a hacer la compra al supermercado. Como ya eres mayor, he pensado que, si quieres, puedes ayudarme a hacer la lista de lo que necesitamos. Después necesitaré que me ayudes también a encontrar las cosas y meterlas en el carro. Puede que tardemos un rato largo, pero al volver podemos hacer tu plato favorito con los ingredientes que compremos. ¿Quieres ayudarme entonces?

Si hay cosas concretas que no queremos que hagan, podemos introducirlas: no comprar nada que no esté en la lista, llevarse un solo juguete, no tirar los productos al suelo. Serán nuestra condición para el premio final.

El juego como instrumento

Como vamos viendo, para no perder la cabeza es necesario planificar y hablar las cosas antes. Cuanto más pequeño es un niño, peor responde a la improvisación. Hacer las situaciones predecibles para ellos, que no tienen el concepto de tiempo que tenemos nosotros, será un gran aliado. De la misma manera, repartir el tiempo de juego o proponer diferentes desafíos, mantiene a los niños concentrados. Así no será necesario buscar otras cosas que “secuestren” su atención para que dejen de molestar.

Además, debemos guardar un tiempo para que jueguen con nosotros, lo que supone tiempo para conocerse, para disfrutar y estar juntos. De la misma forma, conviene introducir tiempo para que jueguen solos, aumentando el tiempo a medida que crecen. Para ayudarnos, tenemos muchísimas ideas en Internet, como los “tarros del aburrimiento”. Llenamos un tarro con papelitos en los que habremos escrito planes para realizar cuando aparece el temido “me aburro”. Desde leer un libro, jugar a un determinado juego o empezar algún proyecto divertido, todo puede ser una gran idea para entretenerlos.

También podemos tener una “caja de tesoros” llena de cosas con las que se puedan disfrazar, objetos que normalmente no usen, como viejos teléfonos móviles, libretas de recibos, calculadoras, monedas antiguas, etc. Servirán estupendamente para llenar una tarde de lluvia, por ejemplo.

aparcamos niñosHaz grandes las pequeñas cosas

Por último, no olvidemos felicitar a los niños. Si les prestamos atención y nos enorgullecemos de su paciencia, de sus gestos generosos, les estamos dando lo que más ansían.

La atención de un padre es lo que el niño más anhela. Le devuelve una imagen fuerte y positiva de sí mismo. Le hace sentir capaz y, seguramente, repitan estos comportamientos que buscamos.

Los niños no son tontos y, como a nosotros, la adulación sin más nos suena a peloteo vacío.

Busquemos pequeños gestos que sí podamos apreciar, cosas que les haya resultado complicado hacer o cosas que se les den naturalmente bien, especiales en ellos. Hagámosles saber que nos damos cuenta de ellas. En definitiva, que les observamos a ellos, no a sus fallos.

Cuidarte para cuidar

Definitivamente, todo es más fácil de decir que de hacer y los padres no siempre estamos en las mejores condiciones. Normalmente nos faltan horas de sueño, estamos cansados y tenemos días largos y complicados.

Asumamos ya, antes de nada, que no siempre vamos a acertar y habrá días que nos toque pedir perdón a nuestros hijos o al pasajero del asiento de al lado en el tren. Habrá días que no consigamos nada y nos parezca que hemos fallado. Recordemos que somos personas. Al igual que nuestros hijos, no siempre nos despertamos de buen humor ni con el pie derecho. Necesitamos esa paciencia y esa indulgencia para ser buenos padres.

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Tratemos de no descuidarnos, de reconocer que necesitamos un tiempo para nosotros mismo, un tiempo para cuidar de nuestra pareja o de nuestros padres. Esa es la flexibilidad que queremos transmitirles también.

A veces, un respiro puede ser un paseo o una película cuando el día ha acabado. Otras tendremos que conformarnos con coger aire y pensar que, si la tarea es ardua, tenemos tiempo para llevarla a cabo. Puede que nuestros hijos nos den trabajo pero no son un trabajo.

Con esto nos despedimos hasta la semana que viene.

Feliz semana a todos y mucha paciencia para educar.

Elena Sánchez- Porro Frías e Irene Albert Cebriá.

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