BUSCAR

Ésto es lo que quiero – Parte I

Ésto es lo que quiero – Parte I

 

Qué hacer con aquellos que no respetan nuestra autonomía

esto es lo que quiero

¿Sientes que tus decisiones no te pertenecen? ¿Tienes que justificarte? ¿Parece que todo el mundo tuviera una opinión sobre tus circunstancias? ¿A menudo te parece que los demás no tienen contigo el respeto que tú demuestras? ¿Notas que tus “noes” no tienen el efecto que a ti te gustaría?

Es una lista larga de preguntas, pero si has respondido que sí a alguna de ellas (o a todas) este post es para ti. Vamos a explorar qué es la asertividad y cómo podemos ponerla en práctica, incluso con esas personas, a menudo muy cercanas, que tienen problemas con la nuestra.

Está claro que, para convivir, lo mejor es saber ceder. Pero si lo hacemos la mayor parte del tiempo acabamos frustrados. Nuestra voz se va apagando y, seguramente, los demás aprovechan la oportunidad de cuidar de sus propios intereses. A la larga, el efecto sobre nuestra estima y sobre nuestra capacidad para tomar decisiones autónomas es devastador.

La asertividad es una habilidad social que nos hacer y decir lo que pensamos de la manera más clara posible, sin utilizar la agresividad ni tratar de herir al otro. Es una forma de comunicación esencial para relacionarnos con los demás positivamente.

Por el momento vamos a centrarnos en la palabra más importante de la definición: habilidad. Las habilidades se adquieren con el tiempo y la práctica, por lo que, si la asertividad no es ahora mismo tu punto fuerte, no debes preocuparte. Vamos a proponerte ideas para que te familiarices con ella. Tendrá un efecto estupendo en tu día a día y te permitirá conservar tu yo, tu opinión y tus decisiones cuando estés con los demás. No perseguimos “salirnos con la nuestra”, sino vivir en armonía y sentirnos reconocidos y respetados.

esto es lo que quiero

Antes de ponernos manos a la obra vamos a detenernos un momento en una idea fundamental, crucial para algunas personas. No somos responsables de lo que el otro piensa, siente o dice. No está en nuestra mano tener al otro siempre contento o tranquilo, como sucede a la inversa. De hecho, casi todo el mundo tiene en su vida alguna persona que parece molestarse con nuestras decisiones o nuestra manera de pensar. Suele tomarlo como algo personal y llenar las conversaciones importantes de ¿cómo puedes hacerme esto?, ¿no te das cuenta de cómo me afecta?, etc.

A veces, esta respuesta se pone en marcha con grandes cuestiones, como elegir una carrera o a una pareja; y otras con verdaderas trivialidades, como salir una noche o elegir qué ponernos.

Es una situación difícil, porque el bienestar de esa persona suele importarnos y puede que queramos agradarla, pero veremos que, la mayor parte de las veces, es imposible hacerlo sin ceder totalmente a sus deseos. En resumen, tratan de manipularnos.

Seguramente, a todas esas frases lastimeras que nos recuerdan el daño que les hacemos se sumen llantos, aparente ansiedad, gestos de decepción y de desesperación, enfado… Un sinfín de cosas que no era nuestra intención provocar.

A menudo nos anticipamos a estas respuestas, y cuando vemos que la situación va a empeorar tendemos a dar marcha atrás y tratamos de calmar de nuevo a la persona. Así es como comienza el círculo vicioso: la persona ya sabe que será capaz de hacerte cambiar de idea si despliega su arsenal y tú no quieres provocar eso, así que pasas por la vida intentando “no despertar al volcán”, plegándote y cediendo o anulando cualquier deseo que la otra persona no aceptaría.

Te conviertes en un ser sumiso que no da problemas, pero llevas contigo la frustración y la insatisfacción de no poder hacer lo que quieres.

Entonces, ¿qué podemos hacer para neutralizar esta influencia malsana? ¿Cómo puedes empezar a funcionar autónomamente y a cuidar de ti mismo?

esto es lo que quiero

Seguramente ya sepas que no hay ninguna fórmula mágica que transforme al otro. Solo puedes recordar que tú no eres responsable de cómo se toma las cosas que tienen que ver con tu vida.

Separemos primero lo que tú haces del efecto que provoca. ¿O acaso era tu intención que se molestase por esa camisa nueva que has comprado porque te gusta? No. Seguro que hubieras preferido compartirlo con el otro, que le gustase y te viese bien. ¿Realmente querías ofenderla cuando pensaste en cambiar de casa y mudarte más lejos? No lo creo.

Recuerda que puede que ni siquiera le importe tanto, pero tiende a tomarse las cosas a la tremenda. Lo más lógico es que sienta que, con cada decisión que tomas, pierde control sobre ti, y lo necesite para estar bien. Necesitar controlar a otra persona para sentirse bien es un problema bastante grave y no tiene mucho que ver con lo que pienses o decidas tú sobre tu vida.

Vamos a darte algunas claves para manejarte mejor con este tipo de personas, para que consigas escapar de este estilo aprendido de relación.

No se puede hacer nada para aplacar una erupción

Siguiendo con la metáfora anterior, no hay nada que nosotros podamos hacer para un volcán no estalle. Trataremos de complacer, de amoldarnos, de buscar que el otro sienta que nos importa. Da igual, si existe una persona manipuladora en tu vida sabrás que poco puedes hacer si desea ofenderse y enfadarse. Por lo tanto, ¿para qué renunciar a las cosas que son importantes para nosotros mismos y que deseamos? Una vez más, nosotros solo somos responsables de nuestra propia felicidad. Podemos cuidar de los demás, tratarles con cariño y respeto, pero no conseguiremos que sean felices o que nos traten mejor si no es su meta. No pierdas el tiempo y no dejes de lado tus deseos para permitir que una persona tóxica los arruine. Nadie gana nada.

Os esperamos la semana que viene con más consejos para hacernos valer frente a la manipulación.

Elena Sánchez- Porro Frías e Irene Albert Cebriá

Related Images:

Deja un comentario