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Uno de los temas que más suele preocupar a los padres es el de cómo sus pequeños se desenvuelven socialmente. Desde sus primeras experiencias en la guardería o en el parque, hasta el tipo de amistades que elegirán en la adolescencia, la capacidad para relacionarse con los demás será muy importante en su vida.
Al tiempo que los niños comienzan a relacionarse con otros se inicia el proceso de socialización. Por él, los pequeños empiezan a distinguir lo que es aceptable hacer y lo que no, como pegar o mentir.
Crecer exige aprender a manejarnos en entornos diferentes. Por eso necesitamos ir exponiendo a los niños a diferentes situaciones. Quizá lo más complicado sea hacerlo con la distancia suficiente como para no anticiparnos y dejar que aprendan. A veces nos hace sufrir verlos jugar solos o enfrentarse a situaciones desagradables. Debemos estar ahí, dejarles su espacio y hacer lo posible por no suplantarlos en su relación con los demás.
Recordemos que, entre niños, no hay primera impresión. Con una buena guía pueden hacerse con la situación.
De ser el centro a hacer sitio a los demás
Los bebés son naturalmente egocéntricos y a medida que maduran, van descubriendo que hay otros además de él mismo, que sienten como él y a los que hay que respetar. Por eso los niños más pequeños piensan que todo les pertenece. Van por ahí decretando el “mío” y arrebatándoles a los demás las cosas que les gustan. Paulatinamente y con nuestra ayuda, irán comprendiendo qué significa compartir, prestar o ser generoso.
Sobre el medio año de edad, cuando los niños suelen comenzar la guardería, van a hacer sus primeros amigos, aunque no en el sentido tradicional. Van a jugar junto a los demás, pero no con ellos.
Es entre los cuatro y los seis años de edad es cuando realmente se vuelven más selectivos con sus amigos y esta palabra toma un significado más cercano al de los adultos.
Aún así, las amistades del cole son muy volubles y no es raro que nos cuenten que fulanito ya no es mi amigo o que han preferido jugar con otro niño en lugar de con él. También en el cole aparecen las primeras experiencias de “traición”, popularidad o rechazo.
Los padres ayudan
Como decíamos antes, para los padres suele ser particularmente preocupante o doloroso el ver a sus hijos solos, rechazados por el grupo o aislados. En nuestra experiencia, es más útil tomar algunas pequeñas medidas que dejarse llevar por la compasión.
Por ejemplo, podemos animar a nuestro hijo a que se una al juego de los otros. Así, naturalmente. Los niños rara vez preguntan si pueden jugar o invitan a los demás. Simplemente se unen y juegan.
La espontaneidad es un aspecto muy importante que debemos respetar. No siempre se portarán como queremos, pero tampoco debemos apresurarnos a intervenir.
Estaremos ahí para alabar las cosas que hacen bien y darles ánimos. Nuestra presencia y nuestra propia manera de afrontar las cosas les servirán de ayuda para desenvolverse mejor.
Exponerlos y servirles de modelo
Los padres deben ofrecer a sus hijos diferentes situaciones para que interactúen dentro y fuera de la familia.
Podemos invitar a algún vecino a jugar a casa o acudir por las tardes a algún parque. Todo sirve y de todo se aprende: reuniones con los primos, los hijos de nuestros amigos, actividades extraescolares. Así multiplicamos sus oportunidades de hacer amigos diversos y de que entrenen sus capacidades sociales.
También podemos organizar su cumpleaños o hacer una pequeña fiesta de vez en cuando. Siempre es buena idea invitar a pocos niños en lugar de a muchos y planificar los momentos y los juegos. De esta forma tendrán una guía para no aburrirse ni que la cosa se les vaya de las manos.
Quizá tengamos que mediar en alguna situación concreta. Recordemos que, aunque tratemos de ser justos, a veces sólo hay que dejar pasar las cosas. Esto también enseña a nuestros hijos a tener paciencia y a sobrellevar la frustración. Esto será especialmente útil en el futuro.
Podemos enseñarles frases sencillas para acercarse a los demás, como ¿a qué jugáis?.
De cualquier forma siempre aprenden más de lo que nos ven hacer que de los que les decimos. Por eso será más útil acompañarlos para que den el primer paso. Después podemos repasar con ellos qué cosas han salido bien para que las identifiquen y las repitan en el futuro.
Si tenéis alguna preocupación específica respecto a vuestros hijos y sus relaciones con los demás os animamos a que nos las comentéis o que busquéis orientación.
Elena Sánchez- Porro Frías (CL-03770) e Irene Albert Cebriá (CL- 03674).
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