Una opinión muy extendida entre los pacientes con cefalea, migrañosos o no, es que los dolores de cabeza se agudizan en verano, achacándose a que tanto el calor como la intensidad de la luz dilatan las arterias, por lo que el riesgo de sufrir migrañas aumenta considerablemente.
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– Pero los múltiples estudios realizados desde los años 70 aún no han confirmado científicamente esta opinión tan generalizada entre los pacientes.
-La mayoría de los pacientes migrañosos tienen varios desencadenantes o gatillos de sus crisis de migraña, que suele actuar al unísono. La lista de precipitantes propuestos es extensa, pero los más frecuentes, sin duda, son: el estrés, los trastornos del sueño, los trastornos de la menstruación, el ayuno y factores dietéticos (sobre todo alcohol, café y otros excitantes).
-La causa de este aumento en el verano pudiera ser que aunque descienda el estrés, se suele desorganizar la disciplina de sueño y de las comidas del resto del año, cuantitativa y cualitativamente, pudiendo aportar nuevos precipitantes de ataques de migraña.
Listado de causas responsables del dolor de cabeza en verano:
–Alteraciones de las rutinas del sueño. Con habituales cambios de horario, aumento o disminución del tiempo de sueño, etc.
–Cambios de hábitos y de alimentación, con otros condimentos, cantidades, etc. y frecuentemente la mayor ingesta de café, alcohol y bebidas excitantes. .
-Exposición prolongada al sol y su luz intensa, pueden disparar la cefalea. El extremo es el conocido “golpe de calor”.
–Estímulos fríos causados por un cambio brusco de la temperatura corporal, por los recintos con aire acondicionado o bien por la ingesta de una bebida muy fría o de un helado.
–Cambios de presión con subidas a alturas superiores a los 3.000 metros sobre el mar, especialmente en personas poco entrenadas y con ascensos rápidos.
Las dos mejores normas preventivas son la moderación en el estilo de vida y el sentido común, pero se aconseja y más especialmente en los que tienen tendencia al dolor de cabeza lo siguiente:
a)- Mantener una disciplina en los horarios de sueño.
b)- Seguir una dieta semejante a la del resto del año con hidratación adecuada.
c)- Prudencia con el consumo de alcohol, café y bebidas comerciales con excitantes.
d)- Reducir la exposición excesiva al sol. Utilizar ropa adecuada, gafas de sol, gorro, etc.
e)- Evitar el exceso de ejercio, viajes, etc.
f)- Utilización precoz de nuestro analgésico habitual.
También hay que entender a los que piensan que si ni en las vacaciones estivales pueden salirse de la rutina de todo el año, no merecen la pena esas vacaciones, por lo que la decisión es de cada uno pero evitando quejarse ante el malestar.
Dr. M. A. Bufalá
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