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Escapada de 3 días a Melilla: qué ver, hacer y saborear en la joya del norte de África

Escapada de 3 días a Melilla: qué ver, hacer y saborear en la joya del norte de África

Descubre cómo enamorarte de Melilla en solo 3 días: historia, arquitectura, playas y gastronomía multicultural.

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Melilla es una de las grandes olvidadas del turismo español, y quizás por eso se convierte en una de las sorpresas más fascinantes del sur de Europa. A medio camino entre África y Europa, y con apenas 12 km² de superficie, esta ciudad autónoma acoge con absoluta naturalidad la convivencia de cinco culturas: cristianos, musulmanes, hebreos, hindúes y gitanos. En sus calles se mezclan templos de diferentes religiones, edificios modernistas de origen sefardí, murallas del siglo XV y calas escondidas junto al mar.

Melilla puerto

Visitar Melilla, ahora más fácil (y barato)

Una ciudad fortificada, estratégica en la historia del Mediterráneo, que te ofrece una experiencia única: una mezcla de historia viva, arquitectura espectacular y un crisol cultural que se saborea en sus platos y se respira en sus barrios. Es una de las zonas más olvidadas de España por los turistas y, de hecho, cuando dijimos que íbamos a conocerla, nos decían: ¿qué hay que ver allí? Después de visitarla durante tres días puedo asegurar que merece mucho la pena y más con los Bonos Melilla, una iniciativa del Patronato de Turismo que subvenciona el 75% del importe del billete de avión y 40 € por noche de alojamiento. Se solicitan online y en un día los tenéis concedidos. Luego solo hay que facilitar el código que te dan a una de las agencias de viajes autorizadas y ellos se encargan de tramitarlo todo.

¿Dónde alojarse en Melilla?

La mejor opción para disfrutar de unas vistas inmejorables es el Parador de Melilla, situado en lo alto de una colina con panorámicas sobre la ciudad, el puerto y el Mediterráneo. Es tranquilo, cómodo y cuenta con piscina, jardines y un restaurante donde probar especialidades locales con un toque elegante.

Además del Parador, la ciudad cuenta con otros alojamientos recomendables como el Hotel Melilla Puerto (moderno y bien ubicado), el Anfora (más sencillo pero funcional) o el Rusadir, ideal si buscas algo céntrico y con buena relación calidad-precio. Todos ellos son opciones válidas si buscas estar bien conectado con el centro histórico y la zona de playas.

Día 1: Historia bajo tierra: los fuertes y sus túneles

Empezamos nuestra visita de la mano de Jenny de TU GUÍA EN MELILLA por uno de los rincones más sorprendentes y menos conocidos de Melilla: el conjunto del Fuerte de Victoria Grande y Victoria Chica, situado junto al puerto y excavado en la roca del acantilado. Desde fuera, apenas se intuye lo que esconde este bastión defensivo del siglo XVIII. Pero al cruzar su entrada, nos adentramos en un laberinto subterráneo de túneles, pasadizos y cámaras talladas a mano que servían para mover tropas, almacenar pólvora o resistir asedios.

Es un auténtico viaje al corazón militar de la ciudad, donde aún se percibe el eco de siglos de historia entre muros de piedra húmeda. El recorrido guiado es imprescindible para comprender su papel estratégico y descubrir detalles que a simple vista pasan desapercibidos. Además, desde la parte superior del fuerte hay una de las mejores vistas del puerto y de Melilla la Vieja, perfecta para cerrar la jornada con una puesta de sol sobre el mar.

Melilla la vieja

Día 2: Melilla la Vieja

Dedicamos el segundo día a explorar Melilla la Vieja, el alma histórica de la ciudad y uno de los conjuntos fortificados mejor conservados del Mediterráneo. Esta ciudadela amurallada, que se alza sobre un promontorio frente al mar, se divide en cuatro recintos y es un auténtico museo al aire libre. Pasear por sus calles empedradas es retroceder en el tiempo: baluartes, cañones, puertas defensivas y casas con siglos de historia te acompañan en cada rincón.

Accede por la Puerta de Santa Ana, la entrada principal al casco histórico, y piérdete por la calle San Miguel, donde puedes hacer una parada imprescindible para tapear en el popular Mesón de la Tortilla. Continúa hasta la Iglesia de la Purísima Concepción, del siglo XVI, que sirvió durante años tanto como templo como cementerio, testigo silencioso del pasado colonial y militar de la ciudad.

Una visita obligada son las Cuevas del Conventico, un conjunto de galerías excavadas en la roca que sirvieron de refugio, almacén e incluso bodega. Desde allí puedes acceder a pie a la pequeña Cala de Trápana, un rincón escondido junto al mar, ideal para una pausa con vistas al horizonte.

No muy lejos se encuentra el Faro de Melilla, al borde de los acantilados, desde donde se obtienen algunas de las panorámicas más espectaculares de la ciudad y el mar abierto. Justo detrás, el cementerio histórico de 1892, declarado Bien de Interés Cultural, sorprende por su belleza serena y por estar dividido en zonas diferenciadas según religión: católica, musulmana, hebrea e hindú, reflejando la convivencia multicultural melillense.

Para cerrar el día, acércate a la plaza de toros, una de las más antiguas de España fuera de la península. Su estilo neomudéjar y su estado de conservación la convierten en un curioso vestigio arquitectónico que merece al menos una foto y, si tienes suerte, una visita guiada por su interior.

 

 
 
 
 
 
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Día 3 – Ruta del Modernismo

Melilla es, tras Barcelona, la ciudad española con más edificios modernistas catalogados. Un auténtico museo al aire libre con más de 500 construcciones de finales del XIX y principios del XX, muchas firmadas por el arquitecto catalán Enrique Nieto, discípulo directo de Gaudí.

La mejor forma de explorar esta riqueza patrimonial es a pie, paseando por el Ensanche Reina Victoria y el centro de la ciudad, donde cada calle sorprende con fachadas decoradas con relieves florales, forja artística, cerámica y vidrieras de colores.

Entre los puntos imprescindibles:

  • Plaza de España: el corazón de la ciudad moderna y uno de los espacios urbanos más espectaculares del norte de África. Rodeada por edificios emblemáticos, jardines y una gran fuente central, aquí se levanta el imponente Palacio de la Asamblea, sede del gobierno local, mezcla de modernismo y eclecticismo.
  • Palacio de la Asamblea: uno de los edificios más emblemáticos de Melilla. Situado en la misma Plaza de España, este palacio de estilo ecléctico fue diseñado por Enrique Nieto y destaca por su gran cúpula central, sus detalles ornamentales y su papel como sede del gobierno autónomo. Por fuera impresiona por su simetría y elegancia, y por dentro se puede visitar en determinados horarios con cita previa.
  • Jardín Hernández: justo enfrente del Palacio, este parque histórico es un pulmón verde que contrasta con la arquitectura modernista. De inspiración francesa, está salpicado de fuentes, esculturas y ficus centenarios. Es ideal para hacer una pausa a la sombra o simplemente observar el ritmo de la ciudad.
  • Edificio de La Reconquista: una de las joyas del modernismo melillense, con decoración exuberante, balcones de hierro forjado y detalles florales.
  • Casa Tortosa: ejemplo de modernismo afrancesado con colores suaves, líneas curvas y una fachada de gran belleza ornamental.
  • Banco de España y edificios institucionales: testigos del esplendor económico de la ciudad durante el primer tercio del siglo XX. Sus fachadas reflejan el gusto burgués por la simetría, las esculturas alegóricas y el uso de nuevos materiales como el hierro y el vidrio.
  • Edificio del Real Club Marítimo y Paseo Marítimo Mir Berlanga: un agradable tramo junto al puerto con más ejemplos arquitectónicos interesantes y vistas al mar.
  • Teatro Kursaal: aunque su estilo es más racionalista, forma parte de la vida cultural de Melilla y se integra perfectamente en el paisaje arquitectónico del centro.
  • Iglesia del Sagrado Corazón: de estilo neogótico con toques modernistas, destaca por su torre y vitrales, muy cerca de la Plaza Menéndez Pelayo.

Las Mejores playas de Melilla

Aunque Melilla es más conocida por su historia y su arquitectura, sus playas son auténticos rincones de paz donde el Mediterráneo se disfruta en todo su esplendor. Con calas y arenales para todos los gustos, desde espacios tranquilos hasta zonas con más servicios, Melilla ofrece un litoral sorprendentemente variado para ser una ciudad tan pequeña.

  • Ensenada de los Galápagos: Pequeña cala junto a las murallas de la ciudad vieja. Arena dorada y aguas cristalinas y tranquilas. Acceso por el Foso de Santiago.
  • Cala de Trápana: Un paraíso escondido bajo el faro. Solo accesible por mar o desde las Cuevas del Conventico
  • Playa San Lorenzo: Playa urbana, perfecta para practicar deportes y pasear. Sus Aguas son calmadas y tienen todos los servicios para disfrutar durante todo el día
  • Playa de los Cárabos: Junto a San Lorenzo, también urbana. Su nombre viene de los pequeños barcos pesqueros rifeños.
  • Playa de la Hípica: 580 metros de arena tranquila. Fue una playa militar, hoy conserva su esencia tradicional.
  • Cortados de Aguadú: Impresionantes acantilados con piscinas naturales y fondo marino protegido. Ideal para buceo.
  • Orcas Coloradas y Playa para Perros: Playa abierta al mar con zona para mascotas. Hogar de una lapa en peligro de extinción.

 

 
 
 
 
 
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Dónde comer en Melilla: los mejores restaurantes

La cocina de Melilla es un reflejo de su mezcla cultural: sabores andalusíes, sefardíes, andaluces y rifeños. Aquí tienes una selección imprescindible:

  • Marisquería Marisma: marisco fresco y cocina local.
  • Club Scorpions: boquerones, crujientes de langostinos y un memorable cuscús de mero.
  • El Caracol Moderno: Muy recomendable el cuscús de cordero, pastela de pollo y el tajine tradicional.
  • La Cervecería de Carlos Baeza: guisos caseros, paellas y el mejor caldero.
  • La Traviata: en el centro de Melilla, destaca por su cocina mediterránea elaborada con producto fresco y de calidad. Ofrece pescados del día, carnes selectas y postres caseros en un ambiente acogedor.
  • La Muralla: buen tapeo en Melilla la Vieja.
  • Casa Martín: cocina tradicional melillense con toques modernos.
  • Casa Sadia: perfecta para platos árabes caseros.
  • Paco y Miguel Benítez: herederos de una cocina familiar muy bien valorada.
  • Instinto: más actual, con platos fusión.
  • El Mantelete: ideal para tomar unos churros con té.

Melilla se revela como uno de los grandes secretos del sur de Europa: una ciudad fascinante donde confluyen historia, cultura y paisaje. Su tamaño compacto encierra una riqueza patrimonial sorprendente, con una identidad única marcada por el mestizaje, el modernismo y su legado multicultural. Una escapada distinta que merece un lugar destacado en el mapa del viajero curioso.

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