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Tócame, tócame mucho…

Tócame, tócame mucho…

Tócame, tócame mucho – La importancia del tacto en las relaciones sexuales

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Esta semana venimos con un tema nuevo en nuestra sección. En muchos de nuestros post, hemos hablado de diferentes aspectos relacionados con la pareja, pero nunca hemos tratado este tema directamente: LA SEXUALIDAD.

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Bien es cierto que en lo relacionado con la educación sexual se va avanzando poco a poco en nuestra sociedad, pero en nuestra consulta, en concreto en casos de terapia de pareja, seguimos observando la gran influencia que ejercen muchos mitos y falacias sexuales. Uno de estos mitos que nos crucifican de lleno es el de: el coito es la única y verdadera forma de relación sexual.

Por definición, el sexo en la pareja debe ser la forma de amar y sentirse amado, de entregarse al otro. Si nos paramos a pensar unos minutos: ¿Solo te sientes amado con el coito? ¿Realmente es la única forma que valoras en tu pareja para que te quiera? Probablemente hayas contestado a estas preguntas con un NO rotundo. Pero entonces, ¿qué sucede para que estos mitos sigan ejerciendo esa fuerza? ¿Los besos, caricias y abrazos no son otras formas de amarse y sentirse querido?

tocame-1A esto le sumamos, que en nuestra vida cotidiana se nos demandan respuestas inmediatas y un ritmo frenético: en el trabajo se nos exige mucho, los niños también requieren atención, quedar con los amigos… consiguiendo a pasos agigantados que en este trajín de idas y venidas aparezcan síntomas de fatiga, cansancio físico y mental.

En definitiva, tanto estos factores como las falacias sexuales que siguen aún presentes, nos generan síntomas de estrés, ansiedad, miedos a “no cumplir como se debe”… que finalmente acaban haciendo mella en nuestro deseo sexual y mediatizando de forma negativa el disfrute de nuestra sexualidad en pareja, marcando así nuestro comportamiento sexual y por ende el posible surgimiento de disfunciones sexuales como: eyaculación precoz, vaginismo…

tocame-11Hoy nosotras queremos darle la importancia que se merece al SENTIDO DEL TACTO como otra forma de relación sexual.

El tacto debería ser el sentido más sexual de todos, y es que la especie humana está especialmente dotada para el contacto dérmico. A través de la evolución del hombre, nuestra piel ha quedado casi libre de vello con unos cinco millones de terminaciones nerviosas y con varias zonas erógenas, todas ellas sensibles de llenarse de significado interpersonal para la pareja. Este hecho evolutivo permite al ser humano ser una especie totalmente abierta al contacto, con una dermis hecha para tocar y ser tocada (Félix López Sánchez en el libro “La Educación Sexual”).

En nuestro propio mapa erógeno, cada uno de nosotros situamos nuestras zonas de placer en sitios diferentes; cada persona es distinta y tremendamente rica en las posibilidades de acariciar y ser acariciada. Por lo que haremos bien en dejarnos explorar y jugar a ser exploradores, corriendo por unas zonas, o deteniéndonos en otras, en el cuerpo de nuestra pareja.

tocame-3En esta línea, ejercicios como la técnica de la focalización sensorial, basada en dar caricias y explorar los cuerpos, favorecen la comunicación, sirven para generar confianza, crear una actitud positiva en la pareja, superar complejos y por supuesto propicia la reducción del estrés y ansiedad del día a día.

Este ejercicio debéis comenzarlo sin la intención de excitaros y sin tocaros pechos y genitales en una primera fase (es aconsejable distanciar las fases de este ejercicio en una o más semanas según la problemática que tengáis u os recomiende vuestro terapeuta). El objetivo es disfrutar de las caricias del otro y entregaros a la percepción del tacto. Un ambiente íntimo y relajado facilitará la experiencia. Alternad las caricias, primero uno y después el otro.

tocame-4En una segunda fase, pasad a acariciaros vuestros pechos o genitales, pero manteniendo el objetivo de no excitaros. El objetivo de la tercera fase, será crear una interacción sexual natural, sin forzar y eliminando roles de actividad y pasividad, donde podréis acariciaros a la vez el uno al otro. Por último en una cuarta fase, podréis seguir acariciando vuestras zonas erógenas corporales y genitales hasta alcanzar el orgasmo.

Saber deslizarse ya sea con nuestras manos, labios, etc. por la piel de nuestra pareja puede abrir a un mundo de posibilidades y sensaciones, ya que supone una exploración íntima y apasionada del cuerpo de ese alguien a quien amamos y nos atrae, aparte de reportarnos satisfacción de dar placer al otro y verle disfrutar con nuestras caricias.

PSICOLOGIA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías (CL-03770) e Irene Albert Cebriá (CL-03674)

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