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Discutiendo bien

Discutiendo bien

Cada día trae una nueva complicación: ni vivimos solos ni podemos hacer siempre lo que queremos.
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La convivencia y el trabajo en equipo marcan nuestra vida. Los padres, especialmente los de hijos adolescentes, las personas que trabajen en entornos laborales muy interconectados, así como las que trabajan de cara al público… todos ellos saben bien de qué hablamos.

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Rara vez querer es poder. Es virtualmente imposible vivir en perfecta armonía con el otro, que piensa, siente y actúa de una manera diferente a la nuestra. Por eso el conflicto va a estar siempre presente, queramos o no. En nuestra mano está que las cosas no pasen de un simple roce o intercambio de opiniones a una guerra abierta. Quizá, partiendo que este punto, podamos ver el lado bueno del conflicto, que nos permite descubrir al otro y a nosotros mismos.

discutiendo-bien-17Vamos a ofreceros un repaso por las principales habilidades de un buen negociador y esperamos que os sirvan para tener una convivencia más relajada.

Elige tus batallas

Vale, de acuerdo. Hay conflictos por todas partes, pero no tenemos que participar en todos o aplicar la misma intensidad sin distinguir situaciones. Esta frase tan popular de “elige tus batallas” encierra un hecho esencial. Cuando se trata de discutir con nuestra pareja o nuestra familia, es más sano y mejor elegir por qué vamos a luchar. Seguro que encontramos miles de motivos para montar una bronca cuando vivimos juntos, desde el orden, las rutinas, los hábitos que hemos adquirido… Pero también podemos enseñar a nuestros hijos cómo comunicarse con el otro para que la convivencia sea mejor. También mostramos respeto y deseo por agradar al otro, muy necesarios para vivir en armonía.

Por aquí no paso

discutiendo-bien-5De la misma forma, será esencial que tracemos nuestros propios límites para que nuestra personalidad y nuestros deseos no se pierdan entre los de los demás. Dicho de otra forma, no queremos ser invisibles. A veces tenemos que alzar la voz y reivindicar lo que queremos.

Es importante que estemos conectados con nosotros mismos cuando tracemos ese límite y que nos hagamos las siguientes preguntas: ¿por qué quiero poner el límite aquí?, ¿qué me gustaría conseguir con ello?, ¿cómo espero que afecte a cómo me ven los demás?

De esta forma nos aseguramos de que el límite estará bien puesto y de que nos interesa respetarlo para que otros lo hagan.

Prioriza la relación

discutiendo-bien-2Muchas veces nos toca lidiar con problemas, por ejemplo, en nuestro entorno de trabajo. ¿Qué hacer cuando la discusión va con nuestro jefe? Y, ¿qué hacemos con ese compañero con el que siempre la tenemos? En la vida real pocas cosas se resuelven con una conversación dramática que acaba de raíz con el problema. Las relaciones laborales sufren mucho con el desgaste del día a día y suele haber pequeñas disensiones o rencillas que acaban por amargarnos la vida. Por eso será muy importante cuidar de la relación mientras discutimos, para que no tenga un efecto nocivo a la larga.

¿Y cómo hago yo todo eso?

Escuchando: ten siempre en cuenta al otro. Haz preguntas y demuestra tu respeto hacia los demás. Averigua qué quiere y expón qué quieres tú sin perder de vista al otro.

discutiendo-bien-122Manteniéndote sereno: perder los nervios no te va a beneficiar en ninguna situación. Si necesitas tomarte un tiempo fuera no temas decirlo. Al final agradecerán que busques controlarte y tú no tendrás que vértelas con las consecuencias de haber perdido la calma.

Evitando el reproche: no es bueno cuestionar las decisiones del otro en el momento de la discusión. De esa forma estaríamos desautorizando al otro y poniéndonos por encima del él, cuando lo que buscamos es la igualdad, la comunicación y el acuerdo.

Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.

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